miércoles, 30 de abril de 2008

La digna muerte de Sebastián

Fernando Sebastián, Arzobispo emérito de Pamplona y encargado del tradicional «Sermón de las Siete Palabras» de la Semana Santa animó a miles de personas congregadas en la plaza Mayor de la ciudad de Valladolid a encontrar la "dignidad" en la muerte sin la necesidad de paliativos. Sufrir dignifica a la persona.
Monseñor Sebastián criticó además a los "sabios y pretenciosos" que apoyan el laicismo ya que "no sabemos lo que hacemos cuando nos apartamos de Dios" –como si estar cerca de Él, en los parámetros exclusivos que determina la doctrina católica, fuera la única moneda de cambio hacía la perfección espiritual-, avisando de los riesgos que nos depara una "sociedad hierática e inhumana como la que nos quieren hacer ver".
Efectivamente fue todo un Sermón manido de convencionalismos donde la ignorancia, por no decir el cinismo, nubló toda perspectiva verdaderamente humana. Ni el hombre ha nacido para apreciar el sufrimiento, ni tampoco el hecho de que Dios esté cerca mitiga el dolor de nadie, ni siquiera por la gracia del espíritu santo.
El reconocido jesuita Juan Masiá, toda una personalidad en bioética y bajo la posición de admirado bloggero, habla de algunas de estas predicaciones medievales en su ensayo de "La desmitificación del Dolorismo" en la que, como otros muchos indignos, afirma que el sufrimiento no obedece a un plan divino providencial… Ser creyente no obliga a no lamentarse, quejarse es la oración que brota cuando el dolor domina.
En pleno siglo XXI y tras los continuos e históricos "traspiés" de la Iglesia, muchos esperan que se deje de confundir la fe con el fanatismo y que mucho menos se intente difundir un mensaje extremista en el transcurso de lo que tendría que ser una sentida celebración religiosa. La demagogia alcanza ya la frontera con la religión y disipa el sentido común, éste último ni mencionado ni utilizado por el emérito Arzobispo.
"El cara a cara de Jesús frente a la muerte" es un acto de valor supremo, eso es indudable, pero no es obligatorio para nadie. En sus conclusiones, Monseñor, se deja en el tintero transmitir el hecho de dar el semblante a la Vida que Cristo nos enseño. Vida a través de la vida, de obras que la engrandezcan, no de sufrimientos que perfeccionan, según el emérito arzobispo, nuestra existencia mediante una angustiosa y dolorosa muerte.

1 comentario:

leys dijo...

Gracias a un trabajo que he realizado hace poco para clase, he profundizado en este tema, y me he dado cuenta de lo complejo que es. Creo que está en boca de todos, sin embargo pocos hablan con conocimiento de causa. La eutanasia se diferencia entre activa y pasiva, y ese matiz es clave. Además también existen los cuidados paliativos dignos y justos para todos los enfermos terminales, pero que muchos confunden con la eutanasia. Creo firmemente que es muy difícil llegar a un acuerdo sobre este tema, y creo, por otro lado, que empieza a ser indispensable. Lejos de que la Iglesia tome partido, creo que lo que debería hacer es callarse.